Hundra era uno de los juegos que más reproducía en el casete de mi MSX de Phillips; no solo por sus coloridos y detallados gráficos, aunque es un simple port del Spectrum que no aprovecha las características de la máquina, o la facilidad de su manejo, sino porque era de los pocos en los que podías avanzar sin morir de mil y una formas.
Al contrario que en Bestial Warrior, los enemigos, en un numero adecuado, pululan por la pantalla a una velocidad lenta lo cual permite acabar con ellos fácilmente y aunque vuelvan a aparecer, no son una amenaza muy seria. La barra de energía nos cunde y nos permite explorar el mapeado, toda vez que este es más o menos laberíntico, en el cual deberemos encontrar tres piezas con las que liberar a nuestro padre, atado a un poste en la última pantalla.
La utilidad de los ítems imagino que la explicaban en las instrucciones, algo que se ha perdido hoy día, en el que toda la información debe estar incluida en el juego en sí. Aun así, es fácil de deducir mediante ensayo y error para qué sirven. La mayoría curiosamente, para nada bueno, como el hacha que hace que no puedas disparar o el corazón roto que te quitará vida.
Me enteré, años después, de que está basada en una película de serie B para cuyo visionado no he reunido fuerzas suficientes.
Por desgracia, hay un fallo de diseño bastante grave. Si nos dirigimos hacia la pantalla donde está nuestro padre, en esa especie de Isla de Pascua, y no tenemos todas las piezas, no podremos volver sobre nuestros pasos pues no podremos saltar hacia una plataforma que nos cortará el camino, teniendo que comenzar de nuevo la partida. Claro que se puede ver como una forma de alargar el juego; un ejemplo típico de la frase: no es un bug, es una "feature".
Pese a este fallo o la caída irreparable a determinado hoyo, dos décadas después, Hundra es perfectamente disfrutable, al menos más que la mayoría de títulos, y agradecería un remake de nueva generación.
Gameplay de la versión Spectrum
0 comentarios:
Publicar un comentario
Speak freely, friend.