En los años 80, al calor de las prácticas en la enseñanza que se llevaban a cabo en la siempre moderna Norteamérica, los altos jerifaltes del colegio en el que cursaba mis estudios de EGB decidieron que todos los alumnos debíamos pasar un sesudo test que determinara la ocupación que el estado considerara se nos daría mejor.
Fue un experimento sui generis y acotado al esquizofrénico centro en el que me encontraba; desconozco así mismo los criterios que siguieron para obtener los resultados que nos comunicaron cuatro meses después, y por supuesto no recuerdo la profesión que me fue asignada, posiblemente putero o comentarista deportivo, valga la redundancia; lo que si que me quedó grabado es a un pobre compañero al que le vaticinaban, se ganaría las habichuelas de barrenderos. Unos cuantos amigos se rieron de él por ello. Lo que son las cosas, hoy, todos ellos matarían por un trabajo así.
Pero por aquel entonces eramos solo unos alocados niños y cuando se es niño, ya se sabe, uno quiere ser futbolista, torero (Andalucía es muy profunda) o astronauta; luego de adolescente los intereses cambian y soñamos con convertirnos en ginecólogos o actores porno; y ya de mayor, cuando somos conscientes de las realidades de la vida: en ginecólogos y presidentes del gobierno.
El problema es que la nota de corte para Medicina es muy alta, tanta que se pasa de 10, y para ser Presidente del gobierno... bueno, no hace falta nada especial pero hay que conocer a mucha gente y es muy cansado.
Puede que salvo unos pocos elegidos no podamos vivir dichas experiencias profesionales, pero al menos podemos acercarnos a ellas. Los ginecólogos frustrados, con las casquivanas chicas de la discoteca Skorppia, y los estadistas, con juegos para ordenador como el que hoy nos ocupa: "Yo Presidente: Objetivo La Moncloa" Gracias a él tendremos bajo nuestro puño de hierro este país, que no se dice país, se dice España, y con ello la posibilidad de prohibir el partido comunista, legalizar el cannabis, subir un 200% los impuestos a los nacionalismos periféricos o iniciar una guerra con Marruecos, que es lo que hace todo el mundo en este tipo de juegos, tanto si está ambientado en la Edad Media como en el siglo XXI.
Y es que este "Yo Presidente", españolización del título "Geopolitical Simulator" desarrollado por los franceses Eversim, es un simulador geoestratégico que nos muestra un mapamundi con toneladas de información y de acciones a realizar en el país que decidamos dirigir, desde subir el sueldo a los profesores (ya que en la vida real...) a ordenar asesinar a personajes "incómodos".
Un detalle que me ha llamado la atención es la posibilidad de tener una amante a la que enseñar nuestro puro en el despacho de la Moncloa; lo malo es que no nos deja tener un pequeño harén en el que relajarnos tras una dura jornada al frente de la nación, por lo que nos tendremos que conformar con una.
Con todo, lo que en un principio parece un gran planteamiento, se convierte en una experiencia frustrante al enfrentarnos a innumerables fallos, desde los lingüísticos: frases incompletas, faltas de ortografía, mensajes incorrectos... hasta los políticos: Ceuta y Melilla no forman parte de España, de hecho ni aparecen como ciudades. Seguro que el programador era marroquí, así la guerra contra su país se hace más difícil pues hay que realizar ataques anfibios contra sus ciudades si o si. De todas formas, no nos encontramos ante una versión simplificada del Hearts of Irons, sino algo mucho más sencillo. El juego está más enfocado a la vertiente política que a la militar. Eso el modo para un jugador pues el objetivo del multiplayer es conquistar los países de los otros jugadores, haciendo posible el sueño de cualquier telespectador de Intereconomía: una España desde Gibraltar hasta el mar del Japón.
Eso si, para finalizar un consejo. No se os ocurra prohibir el Islám. Yo lo hice en mi primer día frente al gobierno y al día siguiente mi consejero me aconsejó que debía dimitir ante la presión de las multitudinarias manifestaciones en todas las ciudades. Real como la vida misma.
Futuro presidente de Mercadona
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