El nuevo COD Black Ops 2 está destrozando los récords de ventas en medio mundo. En un solo día, la gente se ha gastado 500 millones de dólares para hacerse con una copia. Como lo de desembolsar 70 machacantes en un juego va contra mi religión, el último COD que he probado ha sido la tercera iteración de la "Guerra Moderna" para la consola de sobremesa de Nintendo (la recientemente fallecida vaya). Sé que probablemente no será esta la mejor opción para probar un COD pero el Black Ops original me dejó un buen sabor de boca que confiaba perpetuar con el título que nos ocupa.
Comenzando por la historia, para un usuario de Wii que no haya probado los COD de otros sistemas, es imposible conectar con ella pues la segunda parte de MW no salió para esta consola dejando coja la trama. Así pues, cuando aparecemos en una Nueva York atacada por fuerzas rusas, no tenemos ni idea de por qué estamos allí. Y si más adelante lo explican todo, no han debido hacerlo demasiado bien porque yo no me enteré.
Tras esta primera fase destinada a bombardear nuestros sentidos con la grandeza de la destrucción de un entorno tan conocido como Manhattan, en la que derrotamos al enemigo, estos se retiran del continente para ir a atacar a los menos aguerridos europeos, en una estrategia tan absurda como darle una patada a una colmena.
Pese a enmarcarse en un escenario de pseudoguerra mundial, el juego carece de toda épica, le falta personalidad, consistiendo en una sucesión ordenada de niveles grises y poco atrayentes alambicados de forma precaria por momentos que apelan a nuestro lado más humano, como los atentados terroristas en Londres, la muerte de Soap, que no me pudo importar menos o descubrir que el personaje que encarnamos en distintas ocasiones fue amigo íntimo o novio de Makarov, Kamarov o como quiera que se llamara el malo malísimo. ¿Qué más da? Lo importante de estos juegos es que alguien te de la mano cuando estás a punto de caerte por una ventana, por un acantilado, por un ascensor o por cualquier estructura elevada.
En parte la culpa de este desapego al juego es también de los gráficos, que dejan al descubierto las deficiencias gráficas de la Wii. Son un paso atrás con respecto a Black Ops, que se veía de lujo. MW3 a ratos parece un port de PS2.
En términos jugables, el Single Player es corto, muy corto. Se divide en tres actos a lo largo de Alemania, Londres y Somalia, una localización que choca un poco y que parece incluida con calzador para que haya variedad de escenarios y / u homenajear a la película Black Hawk derribado. De hecho en un mapa del Multiplayer ambientado en el país africano podemos ver un helicoptero Black Hawk... derribado en una polvorienta calle.
Hablando del multijugador, más de lo mismo. A la gente le gusta, así que ¿para qué cambiar? Los escenarios en esta ocasión son patéticos en cuanto a estilo, sacados todos del mismo patrón triste, tanto que te dan ganas de apagar la consola y escuchar a Álex Ubago. Los amantes de los zombis se verán defraudados en esta entrega pero podrán conformarse con un modo de juego similar en el que los muertos vivientes son sustituidos por soldados rusos o de Laponia, tanto da, son tíos con metralleta y punto.
Como juego por si solo no sería muy malo, más teniendo en cuenta el catálogo de FPS de la consola, pero si se le compara con Black Ops sale perdiendo por goleada en todos los aspectos y uno se pregunta en qué estaban pensando los de Treyarch al publicar esto... Ah si, en el dinero.
Crueldad en el mundo de los videojuegos
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