Marcianitis total

En los inicios de la historia de los videojuegos, hubo un genero que destacó sobre el resto: los matamarcianos. Shoot´m´up para los hijos de la hobby consolas.

Los niños se arremolinaban alrededor de las vetustas maquinas recreativas, en espera de que les tocara el turno de dejarse las muñecas, masacrando oleadas de brillantes pixeles.

A través de los años, el genero fue perfeccionandose e incorporando las nuevas tecnologías que se iban desarrollando; hasta que las tres dimensiones se adueñaron del mercado. Las estilizadas naves no se encontraban comodas con la libertad propia de este tipo de juegos, que chocaba frontalmente con la linealidad de los matamarcianos.

Pero al igual que ocurre con las aventuras conversacionales, aficionados de todo el mundo se empeñan en mantener a los shooters con vida, programando nuevos titulos de forma independiente a la industria. Por si estos nuevos títulos no fueran suficientes, siempre se puede recurrir al amplio catalogo de juegos antiguos por medio de los emuladores de una amplia variedad de sistemas.

Y he aquí, que dio la casualidad de que tuve la ocasión de probar un par de juegos de cada una de dichas categorias. El primero, Raiden Fighter II, emulado de la versión recreativa original; el segundo, jet´n´guns, producto de la compañía indy Rake in grass.

Tras echar un par de partidas, empecé a preguntarme, qué hace un buen matamarcianos. Para responder a esta pregunta, es vital responder primero a otra: ¿para qué jugamos a un shoot´m´up?

En principio los motivos son dos, uno es el destruir oleadas de enemigos , desestresandonos de la dureza del dia. En esto los dos juegos cumplen a la perfeccion con hordas de enemigos a los que abatir y/o esquivar mientras se abalanzan sobre nosotros. Sin embargo, hay un hecho en Jet´n´guns que patina estrepitosamente: la dureza de los enemigos.

No será extraño el tener que disparar durante un par de segundos sobre una nave, dando la sensación de que más que una potente ametralladora, hemos acoplado a la nave un tirachinas. Ni siquiera se subsana este error con el sistema de aumento de potencia con las armas: la sensación de impotencia permanece.

Puede que sea quizás uno de los más graves errores que puede cometer un juego de estas características. Ya que la resistencia a ser destruido deberia ser variable según la dificultad o el nivel del enemigo.

Con Raiden Figther, este problema no existe. Los aviones enemigos, salvo los jefes finales, caeran ante nuestros misiles como moscas. En un ejercicio mucho más relajante de lo que a priori se podria pensar.

El segundo motivo por el que cargamos este tipo de juegos en nuestras máquinas, es demostrar nuestra pericia, nuestros buenos reflejos, nuestro total control sobre el mando.

De nuevo no hay nada que objetar sobre este punto en Raiden Figther. Podremos esquivar todo lo que nos lancen asi como a nuestros enemigos, quizás algo fácilmente. En jet´n´guns, la dificultad de hacer eso se multiplica, por la cantidad de objetos que saturan la pantalla, haciendonos dudar más de una vez si esa lucecita que está a punto de impactar con nosotros, es simplemente una estrella, o un disparo enemigo, con el consiguiente descenso en la barra de energia.

En cualquier caso, la belleza de los gráficos y las distintas temáticas de los escenarios donde nos moveremos, nos harán echar mano de varios trucos, para poder avanzar y deleitarnos con niveles como el del planeta de los zombies.